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Xinia Chaves

Instituto del Café de Costa Rica - ICAFÉ

"No somos los mismos. Aprendimos por qué hay que medir, qué medir y cómo medir. Aprendimos a identificar las vulnerabilidades y riesgos (tanto de hacer como de no hacer). Aprendimos cómo hacer las mejoras. Claramente es un proceso, pero cada vez nos va pareciendo más natural implementar las buenas prácticas."

No somos los mismos

Xinia Chaves ocupaba la silla de viceministra de agricultura cuando se empezó a hablar de una NAMA en el sector agrícola. Cuenta que nunca dudó de que café tenía que ser la primera NAMA agrícola, porque lo ambicioso e innovador de la iniciativa obligaba a aliarse con un referente sólido, maduro y de credibilidad nacional como siempre ha sido el ICAFE.

La fundación en 1933 del ICAFE - institución pública no estatal regulada por ley de la república No. 2762- fue la materialización de la importancia cultural, económica y social que el café tuvo desde antes de nuestra independencia. Desde entonces, el ICAFE ha jugado un rol crucial en mejorar la productividad del café de Costa Rica a través de investigación y asistencia técnica y de promover su consumo en los mercados nacional e internacional.

Esa historia explica el alto grado de cohesión a lo interno del sector y con su institución rectora, lo cual brindó dos condiciones que fueron fundamentales para el desarrollo del NSP Café: la primera, capacidad confiable para generar datos duros para la elaboración de diagnósticos y la definición de compromisos y acciones y la segunda, robustez a escala nacional para “bajar” las acciones desde los órganos de decisión, pasando por los técnicos y hasta la finca.

El proceso no estuvo libre de dificultades, y Chaves enumera dos primordiales: primero, aterrizar (¿qué más aterrizado que la agricultura?) y `tropicalizar´ conceptos abstractos nacidos de una filosofía y perspectiva euro-centristas.  Segundo, armonizar dos fuerzas que históricamente han operado como opuestas: agricultura y ambiente. En lograrlo considera que el ICAFE fue un auténtico catalizador, pero se apresura en dar crédito a la mística del personal institucional involucrado en el proceso de moderar y alinear las posturas hacia el logro del objetivo común propuesto: NAMA Café.

De cara al futuro: ¿dónde estamos y qué viene?

Chaves aspira -y cree absolutamente factible- a tener a la totalidad de la producción y beneficiado del café de Costa Rica alineado con las prácticas NAMA. Para lograrlo, la gerencia técnica del ICAFE prepara ahora el plan que especificará la progresión y marco temporal en que se desarrollarán las acciones, pero es consciente y lamenta que la pandemia ha impuesto barreras importantes al desarrollo de actividades presenciales, las cuales considera insustituibles para el entorno agrícola.

El interés de aprovechar las tecnologías de la información y la comunicación como aliadas llevó a la creación y puesta a disposición de las personas productoras la aplicación móvil CRCAFE. Entre otras funciones, es una herramienta para la recolección y medición de datos desde la finca (que también darán contenido al proyecto de trazabilidad y sostenibilidad); es asistencia técnica remota desde el ICAFE hacia la finca y es promoción y mercadeo, al generar un código QR que estará impreso en los paquetes y permitirá al consumidor final conocer las buenas prácticas bajo las cuales se ha producido ese café que está comprando.

Chaves es optimista de que las condiciones son favorables para dar continuidad a lo iniciado con el proyecto: el país queda con la ´Estrategia nacional de café bajo en emisiones y resiliente al cambio climático´; hay resultados tangibles que colocan al ICAFE en una mejor posición a la hora de buscar apoyo de la cooperación y se adquirió una cantidad invaluable de conocimiento, tanto en las instituciones como en el sector productivo.

Por ejemplo, resalta los avances logrados en relación con las mediciones de gases de efecto invernadero. Chaves cuenta que los números que se manejaron para el establecimiento de la línea base y de los compromisos a que se debía aspirar no reflejaron de forma certera la cuota real de emisiones del sector, porque no existía esa claridad ni ejemplos de dónde aprender (no olvidemos que fue la primera NAMA agrícola del mundo). En consecuencia, admite que los indicadores no fueron todo lo ambiciosos que podían haber sido, pero rescata que es una lección que quedó y que será importantísima para informar futuras NAMAS.

No somos los mismos. Aprendimos por qué hay que medir, qué medir y cómo medir. Aprendimos a identificar las vulnerabilidades y riesgos (tanto de hacer como de no hacer). Aprendimos cómo hacer las mejoras. Claramente es un proceso, pero cada vez nos va pareciendo más natural implementar las buenas prácticas.

Efectos del NSP-café que trascienden el café

Para darle continuidad a la de café o desarrollar cualquier otra NAMA agrícola, Chaves considera fundamental que la institucionalidad de ambiente y agricultura se alíe con las organizaciones que representan y conocen a cada sector. Son éstas, tal cual sucedió con ICAFE, las que tienen el conocimiento y las relaciones para promover las prácticas entre quienes a fin de cuentas llevarán el peso de la transición, ya sea a nivel de las fincas o de las plantas procesadoras.

Para motivar a los cambios, Chaves recomienda enfatizar en que el impacto económico que se genera en el sector productor no se limita a lo que se le compense en el mercado a través de una certificación, sino que éste comienza desde que las buenas prácticas le permiten ahorrar en el proceso productivo: en cantidad de insumos, de agua, de electricidad.

Siempre hubo esa esperanza de que, si hacíamos las cosas bien en café, estábamos generando las oportunidades, las condiciones para seguir impulsando políticas agroambientales en muchos otros sectores. Yo creo que sí lo logramos.