"La oportunidad del NSP Café nos llegó a poco de iniciado el proyecto del microbeneficio y para nosotros fue una oportunidad para desde un principio hacer las cosas bien."
Una oportunidad para hacer las cosas bien desde el principio
El café le llegó a Monserrat Prado por vía del matrimonio. Su esposo creció en una familia cafetalera en León Cortés y la decisión de la pareja fue asentarse en dicha ciudad. Prado dejó atrás San José y también su carrera profesional y, como ella lo cuenta, buscando algún quehacer fue que terminó involucrada en aquello que tenía a todo su alrededor y no le había dado mayor importancia hasta entonces: el café. Junto con su esposo estableció el microbeneficio y decidieron que ella se encargaría de su manejo.
—La oportunidad del NSP Café nos llegó a poco de iniciado el proyecto del microbeneficio y para nosotros fue una oportunidad para desde un principio hacer las cosas bien, y ello se prueba con el hecho de que paralelamente se vincularan también con el Programa Bandera Azul.
Mejores capacidades, mejores decisiones
A través del proyecto Prado dice haber reforzado sus capacidades desde el invernadero, pasando por la finca, hasta el beneficiado y logrado hacerse de más criterio para la toma de decisiones con una visión propia y alineada a sus preocupaciones ambientales. Para ella, al ser joven y nueva en el mundo del café, no fue poca cosa.
La capacitación de gerencias le aportó a Prado las herramientas para percibirse no como un “proyectito familiar”, sino como una empresa y sobre todo, a hacerse de una visión de hacia dónde se puede ir. Comprender que lo que ofrecen no es simplemente un café más, sino una propuesta de valor agregado asentada en aspectos como su calidad, un proceso artesanal cuidado por ella misma en todos sus detalles, y el empoderamiento femenino. Entiende que parte de su trabajo consiste en realzar todas esas cualidades que hasta ahora percibía como “normales” y tratarlas como parte de la identidad de su producto, de lo que le da valor.
Para Prado, tener contacto con las gerencias de otras empresas, cada una con sus particularidades de ubicación geográfica, tamaño y forma de manejar el negocio enriqueció su perspectiva. Dice haberle ayudado a identificar lo que pueden hacer mejor, pero también para dar su justo valor a lo que ya están haciendo bien.
Innovación y profesionalización de la actividad cafetalera para el relevo generacional
Prado cuenta que le tocó compartir capacitaciones con muchos adultos mayores. Al tiempo que cree importante conservar la tradición y el trabajo de las generaciones mayores, considera también importante involucrar a la juventud y quizás el camino para lograrlo sea a través de otras ramas que tradicionalmente no han formado parte del mundo del café.
El uso de las tecnologías de la información y la comunicación, el mercadeo, el barismo son todas ellas formas en que las personas jóvenes pueden incursionar en el mundo del café y quizás, sin proponérselo, incluso terminar involucrados en la finca misma.
¡Vieras que soy yo quien está a cargo!
Desde tratar con proveedores, hasta lidiar con colaboradores y cerrar contratos con compradores, hacer negocios en un mundo dominado por hombres no es fácil para una mujer joven. Prado cuenta que no es raro que sus contrapartes le pidan el número de teléfono del esposo para cerrar un trato en el que ella ha llevado todo el proceso. Lo que le ha tocado aprender a hacer es plantarse firme y contestar: —¡Vieras que es que soy yo quien está a cargo!
Si bien estima que poco a poco se van abriendo los espacios y ya hay más mujeres en puestos muy diversos en toda la cadena del café, Prado siente que es precisamente en este tipo de situaciones en que las capacitaciones del NSP Café le han ayudado a tener más seguridad y criterio. Así es que ahora ha llegado a poder referirse a los temas con mayor propiedad e ir exigiendo y ganándose el respeto en un mundo en que las mujeres aún tienen que probar que merecen su lugar.
Insistencia y acompañamiento para vencer resistencias
El entusiasmo de Prado por las buenas prácticas es evidente y la pregunta obligada es ¿son otras personas tan anuentes como ella a innovar y a mejorar o existen resistencias? La respuesta es que sí existen resistencias. Y particularmente entre personas que se han dedicado al café ya por mucho tiempo y tienen muy arraigadas sus prácticas convencionales.
Casi pareciera que en el caso de Ditsö contar con una persona joven y ajena al café resultó más bien beneficioso y se tradujo en mayor apertura, curiosidad y deseos de aprender, experimentar e innovar para lograr la diferenciación.
Al reflexionar sobre cómo superar esas barreras que impiden la adopción de buenas prácticas, Prado cree que aprender haciendo y contar con acompañamiento es de mucho valor, porque poder aclarar dudas en el momento y tener esa experiencia vivencial deja una huella más profunda.
Pero está convencida en que la clave es insistir en los temas. Hay cosas que al principio, cuando apenas se comienzan a difundir suenan como una locura. Pero poco a poco, si cada vez más personas hablan de ello y se logra que una y después otra comiencen a adoptarlas se va generando curiosidad y deseos de probar. Es al hacerlo y comprobar los resultados que se constata que no eran ni locuras ni ocurrencias.