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Carlos Vargas

CoopeTarrazú R.L.

"Al final el mercado va a reconocer este esfuerzo, pagando un mejor precio o dando algún otro incentivo."

Un círculo virtuoso

Con unas trescientas mil fanegas por cosecha, CoopeTarrazú R.L. es la firma beneficiadora que más café procesa en Costa Rica. Para su gerente, Carlos Vargas, esto tiene claras implicaciones en términos del impacto que pueden tener las medidas de reducción de emisiones de gases de efecto invernadero tomadas por una empresa de esa envergadura.

CoopeTarrazú se vinculó con la NAMA Café en 2014, año en el cual la empresa realizó por primera vez su inventario de emisiones. El ejercicio dejó claro que la mayor cantidad de emisiones se generaban por el mal manejo, o más bien la ausencia de manejo de los residuos del café, o broza.

A través del proyecto, CoopeTarrazú estableció una colaboración con la Universidad de Stuttgart mediante la cual investigaron y desarrollaron formas alternativas de manejo de los residuos del café. Gracias a un incentivo inicial proporcionado por el proyecto, la cooperativa adquirió equipo para convertir la broza en compost de forma mecanizada.

Actualmente, esta cooperativa cuenta con un centro de manejo centralizado y diez hectáreas de terreno dedicadas al compostaje. Si antes la broza tardaba de cuatro a cinco años en descomponerse de forma natural, ahora el proceso se lleva unas seis semanas. Esto permite que al final de la cosecha los socios puedan reincorporar a sus cafetales el material orgánico resultante del proceso de tratamiento de los desechos de la cosecha anterior. Se instaura así un círculo virtuoso: de la finca al beneficio en forma de broza, y de regreso a la finca en forma de fertilizante orgánico.

Resistencias y motores de cambio

Como sucede en todos los procesos de innovación, el primer paso para CoopeTarrazú fue vencer las resistencias al cambio.

Siempre hay un poco de resistencia y tal vez de incredulidad en el tema de hacer el cambio. […] Cuando empezamos con la NAMA, la resistencia que había era si nosotros debíamos de invertir en equipo y maquinaria para hacer el proceso que se proponía para un mejor procesamiento de la pulpa. […] Entonces el proceso nos tomó tiempo, tal vez unos dos, tres años, y luego más bien se aceleró, en el sentido de que ya vimos la alternativa como una solución viable y estuvimos dispuestos a invertir muchos más recursos en este proceso.

Vargas recuerda que al principio no fue fácil convencer a los productores de sustituir los fertilizantes químicos que estaban acostumbrados a utilizar por el compost orgánico. En este proceso de cambio fue fundamental el papel de algunos productores líderes, los cuales se animaron a realizar las primeras pruebas y pudieron comprobar los resultados en términos de mejora de la calidad del suelo es sus cafetales ya desgastados por el uso de tanto agroquímico.

Cuando ven el cambio en el suelo y la forma en que las plantaciones agarran más color, más vida, donde ven eso entienden que les está funcionado. Ahora más bien hay que controlar las entregas, porque la gente se quiere llevar lo más posible.

La aplicación de fertilizante orgánico en los cafetales no solamente mejora la calidad del suelo, lo cual eventualmente se verá reflejado en un aumento de la productividad. Al eliminar el uso de fertilizantes químicos, contribuye también a la reducción de emisiones a nivel de fincas.

Vargas confía en que el mejor desempeño ambiental, tanto de las fincas como de los beneficios, ayudará a todos los asociados de la cooperativa a mejorar su posición en el mercado.

Al final el mercado va a reconocer este esfuerzo, pagando un mejor precio o dando algún otro incentivo.