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Carlos Fonseca

Instituto del Café de Costa Rica

"Nosotros queremos que la caficultura sea sostenible y sea resiliente al cambio climático. La única manera de que esto sea así es que implementemos las buenas prácticas como deben hacerse. Solo así tendremos caficultura por 200 años más."

¿Cuántos empleados tienen? 
Instituto del Café (ICAFE) como tal tiene alrededor de 170 empleados.

¿Hay un enlace para el NAMA Café? ¿Cuántas personas?
Dentro de la institución hay varios, depende del área. Nuestro enlace general para el proyecto es Víctor Vargas. En el enlace de promoción serian 3 a 4 personas a quien Víctor Vargas canalizaría toda esa parte. En la parte técnica está la gente de industrialización que son 4 personas. Y en el área agrícola, o básicamente en el área de fertilizantes es Víctor Chávez. Entonces en total son como 10 personas en las diferentes áreas.

¿Cuál es su interés en participar en el NAMA Café?
Básicamente, porque es una problemática mundial, lo que el NAMA Café pretende al menos aminorar o solucionar. Claro también porque es una política país y alsector café le sirve estar involucrado en esos proyectos pensando en dos cosas: poder reducir en parte las emisiones para mitigar y adicionalmente vender el café a un mejor precio.

¿Qué entiende por cambio climático? 
Es una serie de anomalías climáticas a nivel del mundo por incrementos en las concentraciones de gases de efecto invernadero.

¿Usted cree que sus acciones afectan el clima?
Sí, creo que mis acciones afectan el clima en función del entorno en el que vivo. Por ejemplo, yo uso vehículo y contamino porque si se toma en cuenta el tiempo que duro en llegar al trabajo el carro sería una fuente de emisión. Son un montón de cosas que uno está obligado a hacer a nivel personal y familiar. Pero creo que en los años recientes ha habido un cambio de mentalidad.

¿Qué fuentes de gases de efecto invernadero conoce usted del sector café? 
Principalmente la combustión, la emisión provocada por las chimeneas, y la descomposición de los componentes orgánicos como la pulpa. Además, la emisión de metano por las aguas residuales y la emisión de óxido nitroso por los fertilizantes.

¿Conoce la expresión huella de carbono?
La huella de carbono es como el rastro que uno deja por todas las acciones que se hacen en el diario vivir. Básicamente este término está enfocado en la parte de emisión medida en equivalentes de carbono.

¿Conoce a alguien que está afectado por el cambio climático?
Sí, yo conozco a varias personas. Los efectos extremos del clima están afectando a nivel de producción. Hay algo de lo que estoy seguro: se están presentando eventos extremos en el clima.

¿Su trabajo es vulnerable al cambio climático?
Sí. Básicamente por lo mismo porque si se presentan estos eventos extremos vamos a tener que hacer cambios y se alterará el funcionamiento del trabajo.

¿Piensa usted que es necesario hacer alguna acción preventiva ahora? ¿Cuáles?
Sí. De otra forma nuestro aporte no sería importante. A nivel del sector café es necesario aplicar prácticas menos emisivas. Necesitamos estrategias de mitigación: sistemas agroforestales, 
un mejor manejo de todos los componentes orgánicos y un uso más adecuado de fertilizantes. 

¿Conoce la estrategia de carbono neutralidad del gobierno costarricense en relación con el cambio climático? ¿Qué piensa de esta?
Sí, la conozco, como tal tiene un buen sentido. Me gusta la estrategia, lo que no me gusta es que se tienen que comprar derechos de emisión en el extranjero por compensación. Yo siento que nosotros podríamos venderle a otros países en un mercado de carbono. El país como tal, al estar en el trópico, tiene indefinidas posibilidades de ofrecer eso porque tenemos condiciones en las que absorbemos más de lo que emitimos. Es lo mismo en el sistema agroforestal y las reservas que tenemos en el país. Estamos en capacidades de ofrecer la compensación y no necesariamente se debe ir a comprar fuera del país.

¿Qué prácticas conoce de mitigación y adaptación con respecto al cambio climático en el sector café de Costa Rica?
Por ejemplo, algunos beneficios tienen paneles solares. También, hay muchos sistemas agroforestales en gran porcentaje de las cafetaleras. Incluso, existen algunas pequeñas iniciativas de producción de energía a base de gasificadores. Y también algunas otras de uso de pulpa de café para producción de alcoholes, harinas y otras cosas.

¿Cómo contribuye su organización a proteger el medio ambiente y el clima?
Ahora tenemos varios proyectos. Participamos en el NAMA Café. Estamos impulsando sistemas agroforestales y el uso de combustibles biomásicos para producir energía. Por parte de la institución ICAFE estamos iniciando un proyecto de reducción en los gastos de agua y energía.

Las 'buenas prácticas NAMA Café' son ahora 'buenas prácticas del sector cafetalero'

Carlos Fonseca y Víctor Vargas representan al ICAFE en el comité técnico de la NAMA Café. Ambos funcionarios coinciden en que el compromiso con que el ICAFE asumió su rol en la implementación de las acciones del NSP Café hizo que estas trascendieran el proyecto y pasaran a formar parte intrínseca del quehacer de la institución. Con ello, aseguran, la iniciativa logra su sostenibilidad porque no depende de la vigencia de un proyecto o de la existencia de apoyo externo. Dicho de otro modo, las “buenas prácticas NAMA Café” son ahora “buenas prácticas-ICAFE o del sector cafetalero”.

Contextualización, metodologías participativas y atención al aspecto económico

Tanto Fonseca como Vargas valoran positivamente la decisión de haber comenzado el componente de capacitaciones con un curso de formación de formadores cuyos grupos de estudio y trabajo se establecieron en virtud de las regiones. Este aspecto, aseguran, fue relevante en tanto contribuyó a una mejor contextualización de las prácticas de acuerdo con las especificidades ambientales, socioeconómicas y hasta culturales de cada realidad.

Explican que para lograr una buena recepción de las buenas prácticas en finca y en el beneficio utilizaron metodologías participativas y dinámicas, procurando que todas quedasen demostradas y validadas.

Conceptos más abstractos como el de cambio climático, emisiones de GEI y carbono neutralidad requirieron de más paciencia y un trabajo de adaptación y “traducción” de las terminologías al contexto costarricense, y a efectos más tangibles para el sector agro.

Otro elemento importante fue dirigir la atención hacia el impacto económico positivo que tiene implementar las buenas prácticas, tanto en aumento en la productividad como en ahorro durante el proceso productivo; tanto en la finca como en el beneficio.

—Parte de la sostenibilidad debe ser ambiental, pero también económica y social. Nada hacemos con ‘qué bonitos los pajaritos’ si eso no genera ni con qué subsistir. ‘¿Qué bonitos los pajaritos’?, sí, pero qué bonita la productividad y la familia y tener un proyecto armónico, enfatiza Fonseca.

El cambio no se logra con la mera transmisión de conocimientos

Ese hecho lo tienen claro en el ICAFE y lamentan que la pandemia haya puesto freno al plan que tenían para 2020 de dar seguimiento al grado de implementación de las buenas prácticas para poder entender qué hizo que determinadas personas hicieran los cambios. Lo contrario es igualmente importante: comprender qué fue lo que faltó entre quienes no hicieron los cambios: ¿conocimientos?, ¿motivación?, ¿capacidad?

Se han intentado virtualizar las actividades de capacitación, pero coinciden en que no ha tenido efectividad, ni en el poder de convocatoria ni en la efectividad para la transmisión de conocimientos.

¿Y si el consumidor no entiende las emisiones de GEI?

El componente de promoción y mercadeo, dicen ambos funcionarios que les dejó una lección importantísima, cual fue que en Europa los tostadores no estaban al tanto de un concepto abstracto como el café bajo en emisiones, pero sí de aspectos más tangibles -o quizás emocionalmente más accesibles- como la protección de la extinción de una especie determinada, como un perezoso o una lapa verde.

Llegar a esa comprensión es crucial para adaptar la estrategia de posicionamiento y mercadeo, pues, como dice Fonseca: ¿Cómo nos van a pagar más por un café bajo en emisiones si ni siquiera saben qué son las emisiones de GEI, qué es carbono neutralidad y menos qué es una NAMA? Casi podría decirse que hay todo un componente que ni siquiera debería ocurrir en el país, uno de educación al consumidor que debería ocurrir en el extranjero, en los mercados meta.

Otra lección que extraen de las acciones de promoción y mercadeo es que en Costa Rica no sabemos vender café. Y no sabemos, porque siempre nos han comprado el café. No hemos, pues, ni desarrollado la mentalidad ni adquirido las herramientas para con intencionalidad y con apropiación de lo que tenemos, salir a ofrecer, educar y enamorar a potenciales clientes de nuestro producto.

Estiman que los cursos de capacitación en comercialización impartidos a 45 gerentes y las giras comerciales fueron un auténtico “cambio de chip mental” entre quienes tuvieron la oportunidad de participar. Con todo lo angustioso que puede llegar a ser una experiencia inmersiva, tanto Vargas como Fonseca concuerdan en lo gratificante que fue ser testigos de la transformación de estas personas y verlas pasar de ser “a quienes les compran y les ofrecen un precio tómelo-o-déjelo” a ser “quienes venden y ponen un precio convencidos de su propuesta de valor”.

La verificación de resultados concretos en este componente es otro aspecto que faltaba por implementar y que quedará para una fase posterior por motivo de la pandemia.

NAMA Café fuera de nuestras fronteras

El ICAFE ha colaborado con institutos del café de países como Honduras, El Salvador, Perú y República Dominicana. Con Panamá apoyaron en unas primeras capacitaciones y Nicaragua ha mostrado interés en iniciar el proceso.

Las colaboraciones han sido de forma bilateral con alguna facilitación del Instituto Interamericano de Cooperación para la Agricultura (IICA) y la GIZ. A nivel del Programa Cooperativo Regional para el Desarrollo Tecnológico y Modernización de la Caficultura (PROMECAFE), se baraja la posibilidad de alguna iniciativa afín a la NAMA de carácter regional, pero la idea es aún incipiente y el camino es largo. Se reconoce que hay barreras tanto de índole conceptual, como de coordinación interinstitucional e intersectorial entre países que requerirán de mucho trabajo, recursos y alineamiento de voluntades.

Por lo pronto, para Costa Rica las NAMAs agrícolas parecieran tener posibilidades de desarrollo y la del café, de continuidad. Fonseca aclara que esto es así porque la NAMA Café llegó a calzar de forma perfecta en el contexto de un proyecto que como país nos lleva hacia la descarbonización.

—Nosotros queremos que la caficultura sea sostenible y sea resiliente al cambio climático. La única manera de que esto sea así es que implementemos las buenas prácticas como deben hacerse. Solo así tendremos caficultura por 200 años más.